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Marcelo Awad Awad

Fue miembro del directorio de la Bolsa de Metales de Londres (LME) entre 1990-1993, cargo al que accedió por la votación de los cerca de 200 miembros del LME.

Marcelo Awad Awad

5 de junio de 2021

Chile se encuentra en una encrucijada. Tenemos una oportunidad real de transformarnos en un país desarrollado, debido a los recursos económicos que podrían generar para el Estado, vía recaudación impositiva, el cobre, el litio y el hidrógeno verde, si mantenemos las actuales reglas del juego; o podríamos perder esta posibilidad si no somos capaces de dar certeza jurídica a las inversiones

La demanda por cobre está en una fase de crecimiento neto, si se considera el importante impacto que tiene en la Descarbonización del Mundo. Según COCHILCO, Chile tiene un portafolio de US$70 mil millones de inversión entre proyectos nuevos y de cambio de explotar óxidos a la capa de sulfuros, que podrían incrementar la producción anual del país en 2 millones de toneladas. Esto significa que, en términos de recaudación de impuestos corporativos y específicos (Royalty), podría llegar a US$1.550 millones adicionales por año, en base a un precio constante de 3 dólares la libra respecto a lo que hoy se recibe, más el consiguiente aumento en empleo directo (aprox. 70 mil personas) y su efecto multiplicador, porque cada 1 dólar invertido en el cobre se estima un impacto de 3 dólares en la economía como un todo.

Estas excelentes noticias se sostienen en la mantención de las “reglas del juego” vigentes. Sin embargo, si éstas se modifican con incrementos impositivos, se estima que al menos una parte de los proyectos nuevos no se harían, con el consecuente efecto en la producción del mineral rojo y la recolección de impuestos; y que sólo se construirían aquellos que tienen que pasar de Fase, que tienen una parte importante de la infraestructura ya realizada y que requieren de una inversión que es, aproximadamente, la mitad que al partir de cero. Es decir, de los US$ 70 mil millones que se esperaban invertir, sólo US$30 mil millones llegarán a destino y, como dije, estos proyectos representan leves aumentos netos de producción, por tanto, no generan recaudación adicional de impuestos.

Por su parte, el litio, así como el cobre, son piezas centrales para la descarbonización y el desarrollo de las energías renovables. Sin embargo, para operar 24 horas se requieren de grandes baterías de acumulación de energía que contienen componentes de estos minerales. Por otra parte, serán los autos eléctricos los mayores consumidores de baterías de litio, los que incorporan, además, cables, sensores y pequeños motores eléctricos, entre otros, que contienen cobre. Es decir, de nuevo el cobre se beneficia, pasando de 30 kgs en un auto a combustión a 80 kgs en uno eléctrico.

El consumo de litio mundial fue 400 mil toneladas el año 2020 y se proyecta que será de un millón el 2027 y de dos millones el 2035, es decir, un crecimiento exponencial. Chile tiene la segunda reserva mundial, con la diferencia que son las de mejor calidad para lograr el llamado Grado Batería.

A las citadas buenas noticias para el litio, se da la contradicción de que Chile no cuenta con un Marco Regulatorio que permita que nuevos actores inviertan, aparte de SQM y Albemarle, que partieron hace más de 35 años explotando el potasio en el Salar de Atacama y el litio se dejaba como descarte hasta que empezó a tener mercado.

Entonces, es de primera prioridad que se definan las condiciones legales y tributarias para nuevos participantes, que además incorpore tecnologías nuevas que no invadan los salares con grandes piscinas de evaporación y que consumen sólo el 10% de agua que la utilizada por las tecnologías actuales en uso.

Siempre se dice que el litio nunca va a ser tan importante como el cobre. ¡Claro que no, ni cerca!, pero Chile puede llegar a producir 500 mil toneladas por año, lo que, a precios actuales, sería unos US$6 mil millones en exportaciones y US$1.500 millones en impuestos y Royalty, según los gravámenes vigentes. La producción actual de litio paga aproximadamente 1/3 del total señalado. Entonces, Chile no puede darse el lujo de no recibir mil millones de dólares adicionales por año para las arcas fiscales y de no ofrecer los nuevos empleos que demandaría la construcción y operación de estos proyectos.

Por último, según el Ministerio de Energía, en Chile se habrán invertido al año 2040, aproximadamente, US$200 mil millones de dólares en generación de Hidrógeno Verde para exportación e infraestructura para consumo local. Ahora, para generarlo se requiere de plantas de Electrólisis que consumen electricidad a partir de energías renovables, es decir, una vez más, mayor consumo de cobre y litio para proveer 24 horas de energía.

Entonces, si el Congreso y la Autoridad tienen la voluntad de pensar en el mediano y largo plazo manteniendo impuestos y Royalty, se podrán ejecutar todos los proyectos mineros, con su efecto multiplicador en la economía, y un aumento sustancial consecuente de la recaudación impositiva, afectando positivamente a la ciudadanía chilena, ya que el Estado contará con más recursos para invertir en educación, salud y en todos a aquellos sectores que necesitamos mejorar para alcanzar los estándares que tienen los países desarrollados y así transformarnos en uno durante la próxima década.

Ahora, si se inclinan por el aumento de estas cargas, se arriesga a que se materialicen menos proyectos en cobre y, quizá, ninguno de litio, lo que, sumado a la falta de una política para este mineral, podría llevarnos a una eventual pérdida de competitividad respecto a otros países y alejarnos de la posibilidad de llegar al desarrollo.

Como siempre, y en este caso, quizás más que nunca, las autoridades y el Congreso tienen en su mano la llave del desarrollo de nuestro país por medio de crear las condiciones para que se materialicen los aproximadamente US$ 300 mil millones  de inversión en cobre, litio e hidrógeno en 15 años.