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28 de diciembre de 2022

Rodrigo Dassori
Director de Proyectos
Pares&Alvarez

Durante los últimos años, el mundo ha estado sometido a situaciones críticas nunca vividas, a las cuales recién nos estamos adaptando. Primero, las generaciones de hoy estamos pagando la cuenta del daño ecológico que la humanidad le ha provocado al planeta desde la Revolución Industrial; segundo, nos toca lidiar con la competencia, reglas y bondades que ha traído la globalización; y tercero, hemos estado sometidos a una pandemia que por primera vez en la historia fue de alcance mundial, la cual ha desestabilizado social y económicamente al mundo.

Es así, que el desarrollo de nuevos proyectos industriales y mineros, inmersos en esta nueva realidad, se ven expuestos a múltiples factores que los hacen cada vez más costosos y complejos.

Hoy los proyectos deben ser sustentables y respetuosos con las comunidades. Una opinión pública cada vez más informada, apoyada en las redes sociales que difunden rápidamente cualquier situación que se considere inadecuada, hace que ya no baste sólo con cumplir el marco legal definido para un proyecto. Ahora se espera y se exige más, encareciéndolos por la necesidad de hacerse cargo de las externalidades negativas que generan. Aunque tampoco es de extrañar que algunos proyectos naufraguen por una hipersensibilidad más cercana a la política que a los fundamentos técnicos.

En el caso particular de Chile, el mercado ha reaccionado con incertidumbre ante la amenaza de cambios en las reglas del juego. Las reformas tributarias, de pensiones o los cambios al royalty minero, impactan los costos y abren la posibilidad de posponer o desviar las inversiones a otros mercados que se perciben como más estables.

Adicionalmente, equipos, materiales e insumos están en un proceso de alza progresivo de precios. Como ejemplo, los precios de hormigón, petróleo, hierro, acero, madera y otros productos ha aumentado entre 35% y 40% en estos últimos años, según la Cámara Chilena de la Construcción, y no se visualiza que vayan a bajar en el corto plazo. Por efecto dominó, las ofertas de equipos y materiales se reciben con plazos de validez cada vez más cortos, aumentando el riesgo de la inversión.

Por otro lado, los costos para acceder a créditos también se han encarecido por efecto de las alzas de las tasas de interés que la mayoría de los bancos centrales han adoptado para frenar la inflación. Esta condición ha impactado negativamente el apalancamiento de las inversiones, lo que junto con un mayor riesgo, ha llevado a exigirle a los proyectos tasas de retorno más altas. Al estar sometidos a mayores exigencias financieras, pequeñas desviaciones de costo y plazo pueden destruir rápidamente el valor para que un proyecto simplemente no se realice.

Finalmente, desde el punto de vista del capital humano, si bien la demanda por profesionales en las áreas de ingeniería ha aumentado, el acceso de más personas a la educación superior y el advenimiento de tecnologías que multiplican la productividad creó el “espejismo” de que el futuro rebosaría de personal especializado, pero la realidad es distinta, ya que la opción de innovar en proyectos propios ha dificultado acceder a profesionales disponibles para contratación.

En este contexto, la gestión de proyectos nunca había sido tan determinante como ahora. Bajo estos escenarios más competitivos y complejos, ¿qué es lo que podemos hacer para desarrollar proyectos exitosos?

Dentro del ámbito de nuestra gestión, el capital humano es el que hace la diferencia. Debemos promover el espíritu de superación y esfuerzo. Recompensar a aquellos que lo hacen mejor, fomentar la formación e incentivar la meritocracia. Debemos comprender que los grandes profesionales son aquellos que pueden tomar decisiones oportunamente. Es necesario entender la importancia de nuestras acciones, y quizás más importante todavía, de nuestras inacciones. El mejor gerente de proyecto es aquel que se rodea de equipos de trabajo de excelencia.

En lo que se refiere a las externalidades de un proyecto, la pelota hoy está en la cancha de la clase política, ya que son ellos quienes tienen la responsabilidad de llegar a acuerdos para que Chile cuente con reglas claras en ámbitos como las regulaciones medioambientales, el royalty minero, una nueva constitución y las reformas tributaria y de pensiones. El tiempo pasa y en medio de la incertidumbre económica mundial, seguimos esperando que los fuera de juego de los políticos terminen.